OÍDO INTERNO (MANIFIESTOS)

                                                  MANIFIESTO DEL OÍDO INTERNO

                                      (o cómo no arruinar el misterio en nombre de la precisión)


Yo nací oyendo. No leyendo partituras ni obedeciendo un método, sino oyendo. Mi oído fue la puerta. Y por esa puerta entró el piano, y por el piano, la memoria; y por la memoria, el cuerpo. Después la guitarra, el espejo, el riff. Y ahí me vi por primera vez: desnudo, vibrando, tocando lo que no sabía que sabía. Desde entonces, he tocado mucho. He mezclado, compuesto, grabado, producido. He sentido el peso desaparecer mientras sonaba. Y también he sentido el peso multiplicarse cuando alguien, con la mejor intención, me pedía: "¿Qué te parece esto?" Y ahí comienza otra sinfonía. Porque dar feedback no es apretar un botón, es tocar el alma de alguien con guantes invisibles. Y a veces, lo más honesto que puedo decir es: "Está perfecto. Está vivo. Déjalo ser." Pero otras veces... Veo que una compresión sobra, que un grave está cargando con una historia ajena, que un fader bajado un decibel podría hacer que toda la canción respire mejor. Y pienso: ¿Y si ese consejo, aunque técnico, altera el destino? Porque no sé por qué alguien acepta algo que digo. Puede ser respeto, puede ser miedo, puede ser cansancio. Y yo no tengo cómo auditar su reacción. Y si ese cambio mínimo evita que ese track explote, o lo transforma en un monstruo domesticado, ¿de quién es la culpa? ¿de nadie? ¿de todos? Sí: puedo decir que fui honesto. Puedo creer en la idea de que cada camino es el correcto porque fue transitado. Pero también veo las bifurcaciones.

 Las pequeñas decisiones que, con tiempo y presión, se vuelven tectónicas. Y sin embargo —o por eso mismo— elijo trabajar desde el presente. Desde la escucha. Desde la pregunta antes que el juicio. Desde el arte como territorio libre, pero también sagrado. Soy alguien que pivotea entre lo intuitivo y lo técnico, entre lo conceptual y lo visceral, entre lo viejo y lo que aún no existe. Sé que pronto cambiarán las herramientas, los flujos, los nombres. Sé que los algoritmos ya están bajando el kick en el estribillo. Pero yo no trabajo solo con ondas. Trabajo con ondas internas. Porque para mí, una canción no se termina en el máster. Se completa cuando quien la creó puede volver a escucharla sin arrepentimiento. Por eso mi feedback es un campo cuántico: puede ser silencio, puede ser un plugin. Puede ser una mirada, o una sugerencia con disclaimer incluido: "Solo hacelo si algo en vos lo valida." No tengo miedo de equivocarme, pero sí tengo cuidado de no intervenir donde no me corresponde. Y si mis palabras se vuelven obsoletas mañana, que así sea. Quizá como el vinilo, alguien elija volver a este manifiesto en el futuro, para sentir un poco de aire fresco entre tanto “render”. Y mientras tanto —mientras todo esto siga sonando— seguiré tocando, mezclando, observando, viviendo. Porque cada nota es una pregunta. Y cada mezcla, un espejo.


Escrito por Punto & Punto

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