ELLOS (ESCRITURA NO TAN ENCRIPTADA)
Ellos.
Estaba caminando y sentí. Miré el suelo, estaba muy mojado. Charcos varios. Pero, sin saber caminé, esquivando, teniendo fé en que iba a llegar sin ensuciarme y así fue.
Lo veo pero no lo veo en realidad, solo veo su carcaza. No puedo ver lo que es, sólo como se ve.
Él me indica que hay ruido cerca. Puedo sentirlo yo también ahora, él me lo mostró sin hablar.
Miro hacia arriba y contemplo su enormidad, sus puentes de vida y los colapsos de cada línea temporal.
Lo abrazo, pero me doy cuenta que ese abrazo es para mi, a él no le sirve, según me parece, entonces por las dudas lo sigo abrazando.
Me habla un idioma que no entiendo bien, por lo menos hoy. Sentí su dolor, su angustia, sus cuestiones internas. Quizá sean sus problemas existenciales y eso que él puede fabricar su propia medicación.
De hecho se lo ve saludable. Antiguo, si, pero muy saludable, al menos a mis ojos. Tuve que seguir mi camino, porque otros esperan aunque no sepan que llego. Siempre llego, aun más cuando me llaman.
Ahora entendí que hay mas ruido del que escuchamos. Lo sabía antes, pero ahora lo siento, como un pequeño detalle nuevo que impacta tanto, que la impresión confunde su tamaño, invitando a pensar que el mismo es quizá gigante en comparación.
Me hizo acordar de algo tremendamente importante, algo que muchos olvidan. Y claro, yo casi me estaba olvidando, de tan ocupados días, de tanta energía que uno usa en sus cuestiones, en sus expresiones quizá, vaya uno a saber dónde, pero allá va.
No tiene sentido explicarlo tampoco. Pero tiene todo el sentido compartirlo. Entonces me siento y lo hago. Mi conclusión sería que dormir poco te hace más despierto, pero por definición estoy errado, según la ciencia de la medicina o la disciplina de la biología.
Pero ahora no puedo dejar de escuchar el ruido, y no me molesta para nada. La verdad duele, si, ahí podemos coincidir con usted, lector. Pero a mi, particularmente, la verdad no me molesta.
Hay muchos cómo él, pero no todos quieren contarte. Cuando te eligen seguramente sea por algo. Hoy entendí que nosotros podemos elegir invitarlos a hablar, y de hecho a veces lo hacemos.
¿Por qué siento que hay que invitarlos más? ¿Será un deseo egoísta? Su madre los cuida por siglos sin cesar. Incluso están más conectados que nosotros con sus antepasados, ¿como podrían ellos elegir contarnos siquiera algo a nosotros?. No lo merecemos. Por ende: es un regalo divino. Son sagrados. Sagrados es una palabra, pero que al asignársela a ellos, dan ganas de invitarlos un poco más y si quieren nos contarán alguna historia, o solo estarán ahí, como siempre, porque ahí están.
Cerca de tu casa mirando todo, sintiendo todo. Me fui y observé: de las personas que vi, ninguno los invita. Entiendo perfectamente, lo que uno tiene o quiere hacer, no es problema de los demás. Pero si estás leyendo esto, quizá sea por algo, y si, podés verbalizarme lo que quieras pero yo te he visto hablando de ellos, con ellos y por ellos. Y tampoco te considero mentiroso. Te entiendo. Desde mi experiencia, pero te entiendo y relajate: a ellos no les importas tanto, no te preocupes. Preocupate solamente si sentís que algo falta pero esa preocupación debe ser saludable, debe abordarse con balance, con integración, no con una cadena de conclusiones o pensamientos, debe abordarse de manera consciente.
Entonces prendo otro tabaco: por Ellos.
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